martes, 25 de febrero de 2014 0 comentarios

Charlatanes

"Uno de los rasgos más destacados de nuestra cultura es la gran cantidad de bullshit ("charlatanería") que se da en ella. Todo el mundo lo sabe. Cada uno de nosotros contribuye con su parte alícuota.
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Es correcto decir que la charlatanería está cerca de la mentira y que los que la sostienen dan en cierto modo una imagen falsa de sí mismos [...] Por muy atenta y conscientemente que proceda el charlatán, sigue siendo verdad que trata de librarse de algo. Hay sin duda en su actuación, como en la del artesano desaliñado, cierta forma de laxitud que resiste o elude las exigencias de una disciplina desinteresada y austera [...] Es precisamente esa ausencia de interés por la verdad -esa indiferencia ante el modo de ser de las cosas- lo que yo considero la esencia de la charlatanería.
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Parece que toda charlatanería entraña algún tipo de faroleo. Sin duda está más cerca de farolear que de contar mentiras [...] El mentiroso es esencialmente alguien  que deliberadamente enuncia una falsedad. También farolear tiene típicamente como objetivo transmitir algo falso. A diferencia del simple mentir, sin embargo, es más específicamente cuestión de falsificación que de falsedad. Pues la esencia de la misma no es el hecho de que sea "falsa", sino el de que es "fraudulenta" [...] El charlatán crea falsificaciones.
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Contar una mentira es un acto con una marcada intención. Está concebido para introducir una falsedad determinada en un punto preciso del conjunto o sistema de creencias, a fin de evitar las consecuencias de tener dicho punto ocupado por la verdad. Eso demanda un cierto arte, según el cual el narrador de la mentira se somete a las constricciones impuestas por lo que él cree ser la verdad. Para inventar una mentira cualquiera, ha de pensar que sabe qué es lo verdadero.
En cambio, una persona que decide abrirse paso mediante la charlatanería goza de mucha más libertad. Su visión es más panorámica que particular. No se limita a introducir una falsedad en un punto determinado, por lo cual no esta condicionada por las verdades que rodean dicho punto o intersectan con él. Esta dispuesta, si hace falta, a falsear también el contexto.
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Es imposible mentir si uno no cree conocer la verdad. Producir charlatanería no requiere semejante convicción. Una persona que miente está, por tanto, respondiendo a la verdad y, en ese sentido, es respetuosa con ella. Cuando un hombre sincero habla dice sólo lo que cree verdadero; para el embustero, simétricamente, es indispensable que considere sus afirmaciones falsas. Para el charlatán, en cambio, no hay más apuestas: no está del lado de la verdad ni del lado de lo falso. Su ojo no se fija para nada en los hechos, como sí lo hacen, en cambio, los ojos del hombre sincero y del mentiroso, salvo en la medida en que pueda responder a su interés de hacer pasar lo que dice. No le importa si las cosas que dice describen correctamente la realidad. Simplemente las extrae de aquí y de allá o las manipula para que se adapten a sus fines.
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Uno que mienta y otro que diga la verdad juegan, por así decir, en bandos opuestos del mismo juego. Cada uno responde a los hechos tal como los entiende, aunque la respuesta del uno se guía por la autoridad de la verdad, mientras que la respuesta del otro desafía dicha autoridad y rehúsa poner coto a sus exigencias. El charlatán ignora por completo esas exigencias. No rechaza la autoridad de la verdad, como hace el embustero, ni se opone a ella. No le presta ninguna atención en absoluto. Por ello la charlatanería es peor enemigo de la verdad que la mentira".

On bullshit. Sobre la manipulación de la verdad (2006) -
Harry G. Frankfurt

lunes, 17 de febrero de 2014 0 comentarios

Expocómic 2013

XVI Salón Internacional del Tebeo de Madrid




domingo, 9 de febrero de 2014 0 comentarios

Doce imágenes, una historia de... sustento












 
 
sábado, 1 de febrero de 2014 0 comentarios

Bestiario


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