"Teniendo que hacer frente a una realidad siempre en movimiento, infinitamente extensa e intensa, nunca igual, contradictoria, imprevisible, misteriosa, el hombre puede decir, según mi modo de ver las cosas, que es verdaderamente hombre sólo si construye dentro de sí una estructura psíquica, coherente y armoniosa, capaz de interpretar y dar significado a lo que acontece fuera de él.
Sólo quien vive la soledad puede ver la verdadera esencia de la existencia. Se sitúa así en una posición de incertidumbre, en la que todo adquiere sentido y, simultáneamente, lo pierde.
La persona que vive la soledad sabe que no existen absolutos en la tierra.
La persona que vive la soledad llega al umbral de lo sagrado, del misterio, donde ya no existe lo cabal y lo equivocado, lo blanco y lo negro.
Por estas razones, quien vive la soledad y no la esquiva inquieta a quien gobierna a la sociedad, porque pone en entredicho el orden establecido.
Quien vive la soledad y no la esquiva rechaza los mensajes del mundo externo, no se inclina, ni se dobla, ni se exalta ante ellos porque ya lo tiene todo dentro de sí.
La diferencia está en el lugar donde nos alimentamos psíquica y espiritualmente, dentro de nosotros. En un punto, en un núcleo de naturaleza divina: lo trascendente.
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Estar solos desarrolla la imaginación.
La fantasía es una prerrogativa humana.
Y no sólo eso.
La fantasía permite al hombre una gran capacidad de adaptación, una notable flexibilidad.
La imaginación seguramente ha ayudado al ser humano a lo largo de los siglos a aprender nuevos esquemas de vida, a inventar otros, a salir de los modelos instintivos de comportamiento para satisfacer las necesidades primarias.
Naturalmente, el precio de la imaginación es haber perdido la experiencia de sentirse totalmente satisfechos.
La fantasía crea la insatisfacción y es creada por ella.
La fantasía hace progresar, crea cultura y civilización.
En contra de Freud, no considero la fantasía una fuga de la realidad, sino un elemento capaz de afrontar y de modificar la realidad operativamente, concretamente.
En mi libro Da Freud a Dio he tratado de demostrar que el componente espiritual es connatural al inconsciente, del mismo modo que la capacidad imaginativa es parte integrante de la psique humana.
No debemos sustituir la fantasía por la razón, ni viceversa, sino traducir a través de la imaginación el mundo exterior en el interior, y viceversa.
Por otra parte, el ser humano está constituido de tal modo que su mundo interior fantástico difiere, no coincide con el exterior, aun estando relacionado con él.
El hiato existente se convierte en lugar original y originario de la fantasía.
La fantasía es, por tanto, un proceso de mediación entre realidad exterior y realidad interior.
La realidad exterior existe realmente, pero es nuestra imaginación quien la descodifica, quien la lee según la individualidad personal.
Quienes deciden abandonar la imaginación para adaptarse totalmente, para identificarse enteramente con las cosas del mundo, pierden su individualidad, su ser personas, y quienes permiten que la parte interior pierda totalmente el contacto con la realidad exterior, quizá pierden la razón. Enloquecen".
El arte de estar solos (1997) - Valerio Albisetti
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