martes, 29 de diciembre de 2015

"¡No estéis tristes! Escuchad esta historia:

Hace mucho tiempo, en la India, en la época del Buda, vivía un hombre llamado Gracioso Benefactor. Su mujer le había dado un hermoso hijo. Este niño creció y se casó. Un día, el Buda, para probar la fe de la pareja, envió una serpiente que mató al joven. Algún tiempo después, el Buda le visitó disfrazado de monje y encontró al padre jugando alegremente a los dados.
-La gente te critica porque no estás triste por la muerte de tu hijo -le dijo el monje.
-¿No has leído las Escrituras? -preguntó el hombre-. Escúchame:
'En los arboles, sobre la cima de la triple montaña,
los pájaros se reúnen por la noche
para separarse a las primeras luces del alba.
¡Tal es el destino de la carne!'
El monje fue a ver a la madre que cantaba en la plaza del mercado.
-La gente habla mal de ti porque no muestras pena por la muerte de tu hijo.
-¿Ignoras las Escrituras? Escúchame:
'El espíritu errante de la conciencia
empujado por el viento del karma,
no puede decir de dónde ha venido
ni hacia dónde va.
¡Tal es el destino de la carne!'
Por último, fue a ver a la viuda quien estaba trabajando y cantando.
-¿No te da vergüenza cantar tan alegremente cuando tu marido acaba de morir?
-¿Ignoras las Escrituras? ¡Escúchame, oh monje!
Escucha estos versos:
'La madera de la triple montaña,
y las pieles curtidas en la confluencia de los tres valles,
reunidas y amontonadas por el fabricante de barcos
¿No deben separarse un día y pudrirse?
Tal es el destino de la carne.'
El monje quedó impresionado, pero quiso probarlos más.
-No se entristecen por la desaparición, pero seguramente se alegrarán de un retorno milagroso.
Y por un momento les envió al hijo desaparecido, cubierto de riquezas. Pero ninguno de los tres se afectó. Convencido entonces de que su conciencia del Nirvana era profunda, les enseño la meditación. Y los tres alcanzaron la budeidad.
-Los tres habéis sido reunidos por la virtud de vuestras oraciones y, como los vendedores que instalan sus puestos en el mercado, los tres estaréis destinados a marcharos. No hay por qué afligirse.
Entonces se dieron cuenta de que el sufrimiento era como un sueño o como una alucinación. Legaron sus bienes a los monjes de un monasterio vecino, guardaron sólo lo necesario para la vida religiosa, y se separaron. El padre se dirigió a la montaña del Cráneo Blanco (Gangri Thokar), en Tingri, la madre a la ermita de Chimphu, en Samye y la viuda a la ermita de Chushul. Al final, los tres llegaron a la meta del camino que conduce hasta el estado de Buda".

La locura divina de Drukpa Kunley (1966) - Geshe Chaphu

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