En 1979, el río Brahmaputra se desbordó e inundó grandes extensiones de selva. Al volver a su caudal normal, dejó extensas parcelas de arena en las que los animales silvestres no podían vivir.
"Las serpientes murieron de calor, al no tener árboles para resguardarse. Me senté y lloré sobre sus cuerpos sin vida. Era una masacre. Alerté al departamento forestal y les pregunté si se podían plantar árboles ahí. Me respondieron que nada crecería en ese lugar. En cambio, me sugirieron que sembrara bambú. Era doloroso, pero lo hice. No había nadie que me ayudara, a nadie le interesaba.
Comencé a plantar este bosque en 1979. Cuando los árboles se hicieron grandes, se volvió difícil para mí protegerlos. La mayor amenaza eran los humanos. Ellos hubieran destruido el bosque para ganar dinero y los animales se habrían visto amenazados de nuevo. Desde que es un bosque denso, 115 elefantes viven aquí 3 meses al año. En mi bosque hay también rinocerontes, ciervos y muchos tigres. Tras 40 años, también hemos visto buitres regresar al área este año (2012).
Si no fuera porque hay humanos, no habría monstruos en la naturaleza. Los humanos consumen todo hasta que no queda nada. Nada está a salvo de los humanos, ni siquiera los tigres o los elefantes".
"Mi sueño es llenar la isla Majuli y Jorhat con bosque de nuevo. Seguiré plantando hasta mi último aliento. Le digo a la gente: cortando esos árboles no vais a ganar nada. ¡Córtame a mí antes que talar los árboles!”.
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